Un preso habla con su loro gris de cola roja, una de las especie que mejor imita la voz humana. Los dos están encarcelados, aunque en jaulas de dimensiones y barrotes diferentes. La escena es habitual en el centro penitenciario de máxima seguridad de Pollsmoor, ubicado en el suburbio de Tokai, en Ciudad del Cabo. Las autoridades de Sudáfrica han implantado un novedoso programa de rehabilitación que consiste en criar y amaestrar pájaros, seres indefensos que se verán condenados a pasar el resto de su vida entre pequeños barrotes en cualquier país del mundo. El proyecto, en el que participan una docena de reclusos, ha rebasado las expectativas y hay cientos esperando una oportunidad. Tal vez por amor a los animales o, posiblemente, porque pueden disfrutar de beneficios penitenciarios como el de una celda individual. Entre los requisitos para acceder al programa figura la prohibición de asociarse con mafias y pandillas, el tabaco, las drogas y, por supuesto, nada de palabrotas, que el loro puede repetirlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario