Era el año 1777 cuando se recogía en una laguna de Gerona la primera ave anillada de la historia española. El notario del Condado de Ampurias escribía en un manuscrito que un ave, posiblemente un pato, portaba en su pata "un pedazo de latón en el cual dos o tres años antes habían grabado unas letras que manifestaban que el ave aquella había sido cogida en Irlanda".
Desde el siglo XVIII, los biólogos que estudian grupos de animales salvajes han necesitado marcar a los individuos para reconocerlos y poder sacar conclusiones sobre su comportamiento. La ciencia asumía que estas anillas, transmisores o marcas aparentemente inocuas no tenían ningún efecto sobre la vida del animal. Ahora, un estudio realizado durante 10 años con pingüinos rey ('Aptenodytes patagonicus') ha demostrado que, en el caso de estas aves, las anillas metálicas que los científicos colocan en sus aletas disminuyen casi un 40% su capacidad reproductiva y un 16% su tasa de supervivencia.
Estos animales han sido durante los últimos años uno de los grupos más estudiados de todo el mundo debido a que habitan en latitudes muy altas, que previsiblemente estarán más afectadas por el cambio climático. Por este motivo, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) insistió en su informe de 2007 en la importancia de que la ciencia evalúe la capacidad de adaptación a las variaciones climáticas de los ecosistemas marinos. Y para ello el mejor indicador son los animales depredadores que ocupan la parte alta de la cadena alimenticia, como, por ejemplo, los pingüinos rey.
A pesar de toda la atención que han recibido por parte de la comunidad científica, hasta la fecha, nadie había realizado una investigación en profundidad para comprobar si las anillas usadas en la gran mayoría de los estudios afectan a los animales marcados. De hecho, los nuevos resultados obtenidos por los científicos de la Universidad de Estrasburgo (Francia) junto con colegas de organismos noruegos, y que han sido publicados hoy por la revista 'Nature', hacen tambalearse las conclusiones obtenidas por otros estudios usando este tipo de anillas metálicas de las aletas. El trabajo concluye con un interesante y preocupante apunte. "Nuestro conocimiento de los efectos del cambio climático en los ecosistemas marinos basados en estas anillas deben ser reconsiderados".
«Los científicos deben estar atentos a los efectos negativos de su metodología en cualquier estudio que emprendan», asegura a EL MUNDO.es Rory P. Wilson, investigador de la Universidad de Swansea (Reino Unido). "Sería estúpido cometer el mismo error otra vez".
Los autores del trabajo han comparado los comportamientos de los pingüinos marcados con los no marcados y sus resultados no dejan lugar a la duda. Los animales que portaban anillas tardaban más en llegar a la zona de cría, nadan peor y emplean más tiempo en buscar comida. Y el resultado de todo esto es la producción de un 40% menos de crías en aves marcadas y una disminución del 16% en la tasa de supervivencia del animal. "Estas anillas reducen la propulsión durante el nado y su eficiencia para huir de los depredadores o para buscar alimento", explica a EL MUNDO.es Yvon Le Maho, autor del estudio e investigador de la Universidad de Estrasburgo.
Además, los investigadores insisten en que la larga duración de su trabajo demuestra que los animales no se adaptan a las anillas metálicas de sus aletas y al efecto negativo que produce en su nado. "Después de 10 años siguiendo las rutas de estos pingüinos, los individuos marcados siguen tardando más en realizar sus viajes para conseguir alimento que los no marcados", dice Le Maho.
Desde el siglo XVIII, los biólogos que estudian grupos de animales salvajes han necesitado marcar a los individuos para reconocerlos y poder sacar conclusiones sobre su comportamiento. La ciencia asumía que estas anillas, transmisores o marcas aparentemente inocuas no tenían ningún efecto sobre la vida del animal. Ahora, un estudio realizado durante 10 años con pingüinos rey ('Aptenodytes patagonicus') ha demostrado que, en el caso de estas aves, las anillas metálicas que los científicos colocan en sus aletas disminuyen casi un 40% su capacidad reproductiva y un 16% su tasa de supervivencia.
Estos animales han sido durante los últimos años uno de los grupos más estudiados de todo el mundo debido a que habitan en latitudes muy altas, que previsiblemente estarán más afectadas por el cambio climático. Por este motivo, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) insistió en su informe de 2007 en la importancia de que la ciencia evalúe la capacidad de adaptación a las variaciones climáticas de los ecosistemas marinos. Y para ello el mejor indicador son los animales depredadores que ocupan la parte alta de la cadena alimenticia, como, por ejemplo, los pingüinos rey.
A pesar de toda la atención que han recibido por parte de la comunidad científica, hasta la fecha, nadie había realizado una investigación en profundidad para comprobar si las anillas usadas en la gran mayoría de los estudios afectan a los animales marcados. De hecho, los nuevos resultados obtenidos por los científicos de la Universidad de Estrasburgo (Francia) junto con colegas de organismos noruegos, y que han sido publicados hoy por la revista 'Nature', hacen tambalearse las conclusiones obtenidas por otros estudios usando este tipo de anillas metálicas de las aletas. El trabajo concluye con un interesante y preocupante apunte. "Nuestro conocimiento de los efectos del cambio climático en los ecosistemas marinos basados en estas anillas deben ser reconsiderados".
«Los científicos deben estar atentos a los efectos negativos de su metodología en cualquier estudio que emprendan», asegura a EL MUNDO.es Rory P. Wilson, investigador de la Universidad de Swansea (Reino Unido). "Sería estúpido cometer el mismo error otra vez".
Los autores del trabajo han comparado los comportamientos de los pingüinos marcados con los no marcados y sus resultados no dejan lugar a la duda. Los animales que portaban anillas tardaban más en llegar a la zona de cría, nadan peor y emplean más tiempo en buscar comida. Y el resultado de todo esto es la producción de un 40% menos de crías en aves marcadas y una disminución del 16% en la tasa de supervivencia del animal. "Estas anillas reducen la propulsión durante el nado y su eficiencia para huir de los depredadores o para buscar alimento", explica a EL MUNDO.es Yvon Le Maho, autor del estudio e investigador de la Universidad de Estrasburgo.
Además, los investigadores insisten en que la larga duración de su trabajo demuestra que los animales no se adaptan a las anillas metálicas de sus aletas y al efecto negativo que produce en su nado. "Después de 10 años siguiendo las rutas de estos pingüinos, los individuos marcados siguen tardando más en realizar sus viajes para conseguir alimento que los no marcados", dice Le Maho.
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