Dice el refrán que “quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”, y tiene razón. De todas las joyas arquitectónicas de esta hermosísima ciudad su catedral, la más grande del mundo de las levantadas en estilo gótico, es sin duda la más conocida. Y de ese templo metropolitano se lleva justa fama su torre, la Giralda, antiguo alminar de la primitiva mezquita almohade.
Pero a pesar de que todos conocen al Giraldillo, la veleta con figura de la Fe que corona el esbelto campanario y que, inocentemente, dio nombre a toda la torre (la que gira), muy pocos saben de la existencia de una joya natural oculta entre los huecos de sus venerables piedras.
Son los cernícalos primilla (Falco naumanni), la joya secreta de la Giralda de Sevilla.
En el caso de Sevilla y del cernícalo primilla, la relación de esta pequeña rapaz con edificios tan emblemáticos como La Giralda, la basílica de El Salvador o el monasterio de San Isidoro ha pasado desapercibida para buena parte de la población, pero no para los científicos.
De hecho, la Guía de Aves de Europa elaborada por los ornitólogos Lars Svensson, Peter J. Grant, Killian Mullarney y Dan Zetterström, y considerado el libro de campo más común de los ornitólogos europeos, ilustra la ficha referida al cernícalo primilla con un dibujo de La Giralda desde su primera edición, editada a finales del pasado siglo.
El cernícalo primilla no es especialmente abundante en Sevilla, cuyas principales colonias se ubican en el antiguo monasterio de San Isidoro del Campo, en la Giralda-Catedral y en la Basílica del Salvador, con poco más de cien parejas en total. Sin embargo, resulta todo un milagro que su silueta siga siendo aún habitual en el interior de esta ciudad cada vez más aglomerada y bulliciosa. Incluso por las noches, donde se les puede ver cazando insectos aprovechando la iluminación nocturna del monumento.
Una alegría más que nos podemos llevar con sólo mirar por encima de tan embrujados tejados.
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