El pájaro dando vueltas y más vueltas en su jaula y arrancándose sus plumas no está ni jugando ni acicalándose. Analizar las situaciones de tensión que pueden conducir a los animales a ese comportamiento también podría ser de ayuda para comprender mejor conductas humanas similares.
La investigación de las conductas repetitivas anormales practicadas por el loro amazónico de alas naranjas, revela que el entorno desempeña un papel crucial en dos tipos de comportamiento que presentan los pájaros enjaulados. Uno de ellos, el picotearse las plumas, equivale claramente a las conductas compulsivas en los humanos, según los investigadores de la Universidad Purdue y la Universidad de California en Davis. El estudio también ayuda a demostrar que la vieja creencia de que los loros se enseñan unos a otros el picoteo de las plumas, es errónea.
Estudiar las conductas anormales de los animales es un primer paso imprescindible para deducir sus causas e idear maneras de mejorar su bienestar, tanto en el caso de los animales de compañía como de los de granja. Otro beneficio de esta clase de investigaciones es que si la conducta anormal de los animales es causada de la misma manera que en los humanos, entonces podemos tener un nuevo rango completo de modelos animales para estudiar las alteraciones mentales humanas.
Los investigadores intentaban determinar inicialmente si las conductas anómalas de los loros son de dos categorías. Una categoría engloba la repetición constante de gestos sin sentido o movimientos llamados estereotipos. La otra, es una repetición de una conducta compleja inadecuada que normalmente tendría una meta específica, como el picoteo de las plumas.
Los problemas de conducta, incluso el picoteo de las plumas y los chillidos, pueden ser muy inquietantes para los dueños y contribuyen a que los pájaros sean dejados en adopción. Muchos de estos pájaros son sometidos a la eutanasia, porque su conducta es intratable. A menudo, las personas toman equivocadamente los estereotipos, como caminar en círculos en los laterales de las jaulas o hacer girar pedazos de alimento en sus picos, como juegos.
Todas estas conductas son anormales y a menudo constituyen una reacción a los factores ambientales. Según el estudio, un factor fundamental que activó el aumento de los estereotipos en los loros estudiados fue la falta de vecinos para la socialización.
El entorno físico, incluyendo la ubicación de la jaula, fue un factor clave que generó el picoteo de las plumas por los loros usados en el estudio. Los científicos comprobaron que los loros cuyas jaulas no permitían la vista de las puertas por donde entraban las personas al cuarto, tenían menos probabilidades de adquirir el mal hábito de picotearse las plumas.
Para los dueños y criadores de loros, una enseñanza que puede extraerse de esta investigación es que merece la pena analizar de forma cuidadosa dónde se posiciona la jaula en la habitación. Los investigadores piensan que con mucha atención y previsión, estas conductas son manejables y evitables.
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